lunes, 13 de abril de 2015

El día en que no pude volver a creer

Si pudiese detener el tiempo ahora mismo y seguir viviendo al menos esta semana o este mes por el resto de mi vida sin duda lo haría. Lo tengo todo, no pido más. Puedo moverme, puedo pensar, puedo sentir, puedo tomar mi celular y hablar con todas las personas que he querido. Sin embargo, cada segundo que pasa es un segundo más cerca de mi destino. Cada minuto lejos de mis padres es un minuto que perdí sin verlos. ¿Qué pasará cuando ellos ya no estén? Me he acostumbrado tanto a solo ver mi celular y recibir un mensaje de mi mamá, ya es un hecho. ¿Qué será de mi el día que por más que revise mi celular, por mucho que la llame o la busque no la pueda encontrar? No sé que haré cuando ya no la pueda ver más. 

Llegará el día en que vea por última vez a todas las personas que hoy son parte de mi vida. Será un adiós eterno, que nunca cambiará. Me gustaría ser joven otra vez, con 18 años debería estar en fiestas sin pensar en el futuro, pero no puedo. Quisiera ser la niña que vivía con mamá y papá y que todavía no razonaba acerca del mundo. Me encantaría creer que si soy buena algún día volveré a ver a todos de los que me tenga que despedir.  Poder decir: "Dios me ve, él me cuida y él me reunirá con todos mis seres queridos" es imposible para mi. Hay tantas religiones que afirman saberlo todo,  pero todas tienen algo en común: hay algo más. El miedo de desaparecer es tan grande que todos necesitan algo en que creer. Sin embargo, "vivir es hacer uso del tiempo que se nos ha dado." Debería seguir un sueño, pensar en el futuro y en mis deseos, pero el futuro es incierto. ¿Y qué si cumplo todo lo que quiero pero en el camino pierdo a alguien importante? Simplemente no puedo. 

El futuro es el lugar en el que mis padres ya no están conmigo, en el que me despedí tiempo atrás de mis abuelos y donde mis amigos lucen distantes. El futuro es el lugar en que no importa que pase llegaré a estar sola. Es donde algún día al mirarme al espejo veré arrugas donde nunca antes vi. El lugar en el que veré a los jóvenes con envidia mientras viven despreocupadamente. El futuro donde me despediré del amor de mi vida, diré adiós al mundo y nunca más despertaré. 

¿Qué hay después? Luego de que no me pueda mover, no pueda pensar y no pueda sentir. Nada. Volveré al mismo estado en el que estaba antes de nacer, no sufría, no me preocupaba, no existía. ¿Por qué quiero ser joven de nuevo? Porque hay personas que viven 100 años y mueren con la esperanza de volver a ver a todos los que conocieron, mientras que yo con 18 años vivo aterrorizada de lo que pueda suceder. No importa lo que haga sigo perdiendo el tiempo. Incluso ahora, he perdido estos minutos. No hay nada que pueda hacer. Estoy segura que si le preguntase a un anciano si quisiera volver a tener 5 años y estar con su madre me diría que sí. Yo también quisiera poder volver. 

A veces pienso que todo lo que siento es estúpido. Es decir, soy una persona y existen más de un millón de personas en el mundo, todas con distintos sueños e ideas. No soy especial, sé que hay alguien que se siente igual que yo, sé que hubo alguien que se sintió como yo me siento ahora y que nunca pude conocer y sé que habrá alguien que se sentirá como yo y con el que yo ni siquiera llegaré a compartir el planeta. Cada vez que veo un bebé pienso en lo afortunados que son, ¡Cuánto tiempo tienen! Yo ya gasté 18 años de mi vida. Mi padre ya gastó casi 50 años de su vida, eso es más de la mitad del tiempo que tiene. No quisiera hablar de mis abuelos. 

Cada día me siento tan ahogada por mis propios pensamientos que gritar por ayuda parece una buena opción. Pero, ¿quién me va a ayudar? Muchas de las personas cercanas a mí tienen fe, no soy nadie para decir algo que ponga en duda sus creencias. Y es que no quiero que nadie se sienta como yo, y me gustaría que todos tuviesen una religión. Es fácil ¿no? sé buena persona y tendrás vida eterna. Es tan perfecto, tan hermoso que me hace envidiarlos. Recuerdo una vez que fui a la iglesia para la misa de graduación de un amigo, el sacerdote dijo: "ahora hay muchos jóvenes que no creen en Dios y se ríen de personas como nosotros, pero yo los veo y siento lástima porque yo tengo algo en que creer y no tengo miedo. Ellos viven en la incertidumbre del mañana." Fue como si algo dentro de mi se rompiese en ese momento, pensar que tuve esperanza pero que ya la había perdido. Cualquier persona religiosa puede verme y pensar "Dios mío, ¿cómo es posible no creer?" Yo los veo y pienso ¿cómo es posible creer? Todo lo que sé desacredita sus argumentos, pero no importa si se los digo, ellos no cambiarán su opinión. Del mismo modo, no importa lo que ellos me digan, yo no puedo creer. He ido a iglesias, templos, mezquitas, etc. y lo único que he logrado es observar como esas personas tienen algo que yo no.

Es curioso, hace unos meses luchaba por no hacerme daño a mí misma y ahora tengo miedo de llegar a perder todo lo que tengo. ¿Existirá ese momento en el que yo pueda ser feliz, sin pensar en nada más?

No hay comentarios:

Publicar un comentario