-No quiero,- le dijo. Él no se mostró sorprendido. -Sino quisieras, no estarías aquí,- respondió él confiado mientras la intentaba besar nuevamente. Ella empezaba a odiar sus besos tan vacíos. Se preguntaba qué le había atraído a esa persona en primer lugar. -Antes no era así,- pensó. Se sintió mal por la idea de que tal vez en algún momento esa atracción hubiese llevado a algo más sincero, pero reconocía que ese no había sido el caso. Era momento de decir algo, y eso intentó hacer ella, mas él no parecía interesado en hablar de sus "sentimientos" en ese momento, y eso la fue haciendo enojar más y más hasta que no pudo contener sus palabras. Dijo: -no gracias, lo que tú puedes ofrecerme lo puedo obtener en muchos otros lugares, y eso nunca ha sido lo que he querido.-
A pesar de lo mucho que se enorgullecía de su honestidad. Ella reconoció que tal vez no era lo mejor que podía haber dicho, pero estaba enojada, y sus palabras no habían sido producto de algún impulso. Ella ya se había imaginado esa situación en su por algún rato. Se apresuró hablar mientras él se levantaba de la cama y se disponia a dejar la habitación. "No entiendes. Me gustaría que al menos fueses mi amigo, pero por el momento no sabemos nada el uno del otro, y aún así tú insistes en eso -¿Cómo puedes esperar que acepte una situación así?- dijo ella sintiendo como las lágrimas se adueñaban poco a poco de sus ojos.
Esa era la situación que ella había imaginado. Eso era lo que su corazón pedía. Sin embargo, la realidad fue distinta. Cuando ella por fin pudo estar a solas con él, él habló. Por primera vez en lo que parecía ser todo el tiempo de conocerse, él le contó a ella sus sentimientos, todo por lo que había pasado, las cosas buenas y las malas que había hecho. Ella pudo contarle sus miedos, todo lo que ella no se atrevía a decir en voz alta normalmente. Ella reveló sus secretos y no le importó ser juzgada. Rieron por algún rato mientras escuchaban música. -No puedo creerte,- dijo ella finalmente. -Cuando me miras a los ojos y me dices que me quieres, no puedo creer en ti. Siento que mientes. Llámale instinto, pero me siento mal por juzgarte de esa manera.- Él la miró a los ojos y suavemente respondió -¿qué puedo hacer para que me creas?- -No puedes hacer nada. Entiendo que es una situación injusta, pero así es como lo siento.-
Él la besó y por primera vez ella sintió que tal vez había algo más en esos besos. De pronto ella no pudo enojarse como lo esperaba. Se sintió feliz... Fue débil. Se olvidó de todas las "reglas de romance." No le importó lo que él creyera. No le interesó si parecía demasiado fácil, sus besos parecían valer la pena. Ella prometió no sentir nada, se dijo a sí misma que eso sería un sueño y prometió que su corazón no cedería ante aquel viejo sentimiento. Solo sería un sueño, y al despertar al día siguiente su vida continuaría... sin él. -No tiene que terminar así- dijo. -Puedo ser tu novio mientras estés aquí. Incluso si lo tienes a él.- A ella solo le interesaba un poco de honestidad, ser ella misma, así que aceptó aun sabiendo que todo seguía siendo un sueño.
Soñó toda esa noche y se despertó tarde. Sabía que sus instintos estaban en lo cierto. Al despertar su sueño terminó, él ya no estaba allí, al menos no como en la noche anterior. Ella sabía que debía esperar hasta soñar de nuevo, aunque sabía que el próximo sueño podía ser el último.