jueves, 20 de febrero de 2014

Problemas...

Pensando en lo "interesante" que ha sido mi vida llegué a la conclusión de que he pasado por muchas situaciones difíciles, traumas que nunca he superado y recuerdos dolorosos que parecen ya no afectar. Mis primeros años no fueron lo más fácil y alegre del mundo. 
Hay una noche que nunca se ha ido, todo lo que sucedió sigue tan claro como si hubiese sido ayer. Nunca se lo he contado a nadie porque es bastante doloroso para mí, por ello ¿qué mejor terapia que hacerlo público? o algo parecido...

Hace ya un tiempo, cuando tenía seis años de edad las cosas eran algo diferentes en mi hogar. Aún era hija única y mi cama todavía estaba en la habitación de mis padres (no tenía cuarto propio en ese entonces). Lo más "sobresaliente" es que mi padre era alcohólico, tal vez eso explique la terrible aversión y repulsión que tengo hacia los borrachos, puedo sentir el olor a alcohol que emanan a varios metros de distancia y me provoca náuseas.  

Esa noche en especial mi padre había llegado más agresivo de lo habitual. Era tarde y la discusión me despertó. Pude ver como él tomó a mi madre y jalándola por el cabello la sacó del cuarto y la empujó al suelo del comedor. Se decían cosas horribles, aunque ya no recuerdo las palabras exactas. Yo estaba sentada en mi cama sin hacer nada y tal vez sea por la inocencia pero no estaba asustada, no perdí la calma, no lloré. 

Escuché como mi padre le dijo a mi mamá: "tú no vas a dormir en el cuarto esta noche, vete al patio con los perros, donde perteneces". Él entró al cuarto, empezó a llevarse las almohadas y a tirárselas al suelo mientras ella solo lloraba. Luego como si nada pasara regresó y se acostó en su cama. Yo seguía preguntándome ¿dónde está mi mamá? ¿por qué no viene? No tenía el valor suficiente como para moverme así que al final con voz baja y temblorosa le pregunté: ¿Mi mamá no va a venir?, él respondió: "No, ella no puede dormir en mi cama". Con algo más de valor y un poco desesperada dije: "Que duerma en la mía entonces, yo quiero que duerma conmigo". Él se levantó, caminó lentamente hacia la puerta, se asomó y dijo: "Dice la niña que puedes dormir con ella". Mi madre aún llorando le gritó: "¿Cómo puedes ser tan malo? ¿Después de todo lo que hiciste solo dices eso? Él no respondió y volvió a acostarse. Mi madre entró y fue a mi cama, me abrazó y me dormí. 

Al día siguiente tenía que ir a la escuela. Mi padre seguía dormido cuando me fui y la noche anterior se sentía tan irreal como si nada hubiese pasado, exceptuando las almohadas tiradas en el suelo del comedor que claramente me hicieron ver que no había sido un sueño. 

Yo estaba en segundo grado de primaria y recuerdo que solía decirle a mi madre que yo no quería a mi padre, que era un borracho y que me daba miedo. Había ocasiones en que llegaba a la casa a las 4 am y ponía música a todo volumen y a medida que crecía cada vez discutía más con él. Odiaba esos días.

Cierta vez él estaba tomando y discutiendo con mi mamá y yo estaba enojada. Él intentó hablarme y yo lo ignoré. Entonces acusó a mi madre de "darme una mala imagen de él..." No recuerdo mucho más de lo que pasó. Sé que debo haber tenido siete años en aquella ocasión. Las peleas se intensificaron durante el embarazo de mi madre cuando yo tenía 8 años, tal vez porque yo ya tenía habitación propia y él era libre de hacer lo que quisiera. Pero se detuvieron justo después del nacimiento de mi hermana. No sé que cambió, creo que fueron muchas cosas, en ese tiempo perdió su trabajo. Desde entonces mi madre se volvió mucho más valiente, ya no se quedó callada y él dejó de ser violento, cambió.

Mi padre ahora es el padre más dedicado del mundo. Es sobreprotector porque no quiere que yo conozca y me enamore de un hombre como él. Siempre está dispuesto a hacer cualquier cosa por ayudarme, me ama y se preocupa por mí. Aunque tiene sus días de mal humor me trata bien la mayoría del tiempo y ha llegado a disculparse cuando me hace enojar. Aunque tomó años pudo ganarse mi afecto. Yo lo quiero muchísimo y también aprecio todos sus esfuerzos.

Creo que las personas sí pueden cambiar pero luego de todo lo que presencié estoy segura de que no me quedaría a esperar un cambio estando en una situación similar. Yo no estaré al lado de nadie mientras "cambia". No utilizaré la palabra "jamás" o la palabra "nunca" porque cierta persona que admiro dijo una vez: "Las mujeres no deben decirle "nunca" o "jamás" a un hombre porque esa es su maldición y tengan seguro de que si dicen eso todo lo que niegan se cumplirá". No sé que tan cierto pueda ser, pero no me arriesgaré. 

No sé cuanto puedan esas experiencias a temprana edad dañar a una persona, aunque al menos puedo afirmar que pudo ser peor, pero tal vez mi percepción del afecto se halla visto perjudicada de algún modo. Aunque luego de tanto tiempo no siento que duela, de igual modo recordarlo me provoca ganas de llorar. 

Ese fue solo el principio de todas las situaciones difíciles que he vivido. 

Pensar en mis problemas y escuchar problemas de otras personas inmediatamente me hace compararlos. A simple vista podría decir algo como: "mis asuntos son más difíciles y tristes" o "wow la vida de esta persona es realmente complicada" pero la verdad es que en los propios pensamientos está la respuesta, más específicamente en "mis problemas" y "la vida de esta persona" ¿ésta claro no? Mis problemas son míos, y los de otra persona son de ella. Luego de mucho tiempo entendí que no debía comparar la vida de nadie con la mía o la de alguien más. En el mundo en que vivimos si no te preocupas por ti mismo puedes tener por seguro que nadie más lo hará, por eso no esperes lástima ni ayuda de los demás y tampoco vivas con complejo de mártir o salvador de la humanidad. Cada quien ha aprendido a defenderse de sus propios monstruos (o al menos debe hacerlo), no creas que por escuchar a otra persona puedes solucionarle la vida mejor piensa en qué harás con tus propios problemas.

 A pesar de que pienso de éste modo me gusta aconsejar a otros y espero que cuando estoy triste llegue alguien a salvarme y regalarme una sonrisa. Es extraño para mí, cuando analizo cualquier situación puedo reflexionar fríamente como ahora, pero cuando estoy en dicha situación me vuelvo sentimental y débil. Me pasa así la mayor parte del tiempo es como dar consejos y no seguirlos. Pero también siento que si reprimiera eso y actuara de la manera en que razono sería cruel y acabaría matando mis sentimientos. Esos momentos en los que me digo a mi misma: "Estás actuando como una idiota, pero sé que no puedes evitarlo" son los que me mantienen viva.

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