viernes, 14 de marzo de 2014

Mientras me voy...

Haca ya varios días que no escribo. Me pregunto si alguien lo habrá notado. Últimamente he dedicado la mayor parte de mi tiempo a leer. Ese es uno de mis "métodos de escape de la realidad" favorito. 

Todo empezó cuando una amiga me recomendó el libro "Por Trece Razones", a pesar de ser muy simple y poco descriptivo deja su mensaje muy claro. No escribiré un resumen del libro porque eso se encuentra en muchas otras páginas de internet, solo diré que trata de una chica que se suicida y nos muestra las trece razones que la llevaron a ello. No pude evitar identificarme con ella, en comparativa he pasado por momentos similares e incluso peores a sus razones, pero creo que la diferencia es que yo nunca he estado completamente sola, siempre hay alguien allí: algún amigo o mi madre. 

Advertencia: Luego de escribir ésto me percaté de que mis emociones negativas eran demasiado fuertes. Lo que está a continuación es la versión más extremista de los hechos.

Creo que el motivo por el que me lo recomendó es mi constante depresión. Actualmente estoy atravesando un episodio notoriamente más grave que en otras ocasiones, a pesar de que no paso el día llorando estoy amargada todo el tiempo.

 Mi autoestima prácticamente ha desaparecido. Cada día antes de salir de mi casa me veo al espejo, me pruebo mucha ropa distinta y nada me gusta, veo mi rostro y uso algo de maquillaje a pesar de que no siento que sirva de nada, improviso algún peinado, escojo zapatos y ya estoy lista. Me vuelvo a ver al espejo y me siento horrible, cierro los ojos y me repito: "Nada de lo que hagas ahora servirá de algo así que apresúrate y vete". Abro los ojos, doy un último vistazo y para entonces mi confianza es ya casi inexistente.

Camino por las calles con mis acostumbrados audífonos, a pesar de los constantes regaños y advertencias de mi padre por los ladrones, me percato de la presencia de las demás personas y deseo volverme invisible. Nuevamente mi voz interior me rescata: "No puedes cambiar éste sentimiento, pero tú decides como te ven los demás, así que párate derecha, levanta tu barbilla, mira hacia el frente, sonríe y da pasos largos". Como una coreografía sigo mis propias indicaciones (si hay algo que sé es caminar bien, o al menos eso creo). Regreso a casa sana y salva, la actuación ha terminado y comienza otra batalla.

Luego de comer, el asco se apodera de mí (ahora me siento gorda). En ocasiones vuelvo a mis antiguos hábitos, antes de darme cuenta ya me he deshecho de lo que había comido y me odio a mí misma por ello. 
Busco consejo en la única persona que está tan loca como yo y aún así es capaz de regañarme. Confirma mis sospechas al decir que si seguía así no volvería a hablarme. Le comenté lo "gorda" que me siento (como que odio esa palabra) y me dijo que estaba enferma que no lo estoy y que es un problema de imagen, textualmente: "Eso ninguna dieta te lo quita, un psicólogo tal vez"... yo, ya lo sabía.

Al estar sola en mi habitación no puedo evitar mirar fijamente mis muñecas, creo que con ésta ocasión van más de cien veces que imagino como sería cortar esa suave y blanca piel, no en sentido horizontal como los "emos" que tapan sus heridas con pulseras; yo quiero abrirla en sentido vertical... una sola línea roja que inicie en la parte interna de mi mano y termine poco antes antes de la mitad de mi antebrazo. Pero, si hiciera eso acabaría con todo y... no me permitiría a mí misma morir en el estado inestable en el que me encuentro ahora, pero eso no aleja las ideas que se pasean libres en mi mente cada momento del día: desde beber cualquier sustancia que sé que sería letal para mi organismo, como sacar mi brazo por la ventana de un carro en movimiento al sentir que otro se aproxima rápidamente (y juro que la idea de mi hueso siendo rajado y arrancado de mi cuerpo era tan jodidamente hermosa que tuve que contenerme y prácticamente morder mi labio inferior para no hacer una estupidez), también correr frente a un auto en movimiento podría estar bien siempre y cuando fuese un choque contra el parabrisas ya que odio la idea de ser aplastada por una rueda como un animal, de igual modo mi garganta se ve atractiva si tuviese un bisturí a mano pero a pesar de ello por algún motivo ahorcarme no sería una opción (aunque en algún momento consideré la idea e incluso bromee al respecto con mis amigas).

Lo que me mantiene lejos de materializar esos peligrosos pensamientos es que sin importar lo jodido que esté todo, yo quiero vivir... Hay demasiados libros y mangas que no he leído, muchas películas que no he visto, mucha comida que no he probado, mucha ropa que no he comprado, mucho maquillaje y tacones que no he usado, muchos besos que no he dado... Entre más me hundo, más insatisfecha me siento, odio no ser feliz y aborrezco mi mal humor constante pero la idea de algo mejor en el futuro es lo que me motiva a seguir. 

Creo que escribo todo ésto para darme ánimo a mí misma como si quisiera probar un punto o convencerme de ello. Para ser sincera mis ideas se volvieron demasiado sombrías y quise aclararlas de alguna manera. Las dos personas que viven en mi mente pelean constantemente por el control y por el momento mi optimismo solo alcanza para mantenerme viva y protegerme de las tentadoras ideas que pasan por mi mente al verme al espejo.

He estado adquiriendo costumbres negativas últimamente, como cortar relación con el mundo exterior y encerrarme en mi cuarto a leer; mantengo la luz apagada y uso la lámpara de noche lo que crea un ambiente de penumbra demasiado hermoso y abrumadoramente relajante para mí (sé que suena contradictorio, pero mis sentimientos son contradictorios).

Las demás personas me parecen molestas, no soporto que malinterpreten la "amabilidad" que intento mostrar como un pase libre para tomarme como pañuelo de lágrimas. Si alguien más vuelve a decirme: "me siento mal solo necesito hablar de mis problemas" posiblemente lo apuñale, bueno no... Simplemente perdería la paciencia y el control, lo que es peor: de mi familia heredé el hermoso don de saber justamente qué decir, qué punto tocar para derrumbar a las personas, algo que personalmente no disfruto y debo controlar para no lastimar demasiado en momentos de enojo. Como siempre digo: "tengo suficientes problemas y complejos propios en los cuales pensar, no necesito más, gracias".

Tampoco disfruto la compañía de las personas excesivamente felices o enamoradas (generalmente debe ir de la mano) por el simple hecho de que me recuerda lo aburrida que es mi vida y lo sola que estoy (llámenme amargada, me da igual).

Las únicas con las que chateo y me comunico regularmente son dos amigas: la que me recomendó el libro que suele deprimirse de manera similar a la mía aunque de momento está equilibrada y la que no es afectada por nada a su alrededor, no es triste ni excesivamente feliz; aunque su insensibilidad resulte algo molesta a veces de cierto modo es relajante no tener que preocuparse por cambios de humor extraños. 

Creo que seguiré apartada de todos un tiempo, necesito estar a gusto conmigo misma antes de poder estar a gusto con alguien más. Si yo no me soporto quién lo hará.


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